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jueves, 22 de julio de 2010

Problemática sobre la traducción jurídica

Cuando se traduce un texto jurídico debemos tener en cuanta una serie de factores que, tal vez, en otros ámbitos no deberíamos considerar; si se tratara de textos médicos, los términos son los que son y no hay más vuelta de hoja, no obstante cuando se trata de derecho hay otros factores a considerar. Me gustaría ilustrar mi punto de vista explicando ciertas peculiaridades que tienen los textos legales; la primera y más básica es que el derecho lo impregna todo y es nacional, propio de cada país, por ese motivo nos cuesta tanto encontrar equivalentes totales, ya que en la mayoría de los casos es casi imposible y tan sólo obtenemos equivalentes parciales u optar por la traducción literal de los términos; esto sucede con el término procurador, en España aparece en cualquier instancia mientras que en Francia aparece a partir de la segunda instancia.

Esta peculiaridad me resulta especialmente interesante en su aplicación durante la fase de documentación. Se trata de investigar, en caso de no conocer plenamente el concepto jurídico, y luego intentar buscar el equivalente en la cultura meta, es por esto que la mejor opción en traducción jurídica es trabajar con diccionarios y enciclopedias especializadas monolingües y no podemos olvidarnos de los textos legales (textes de loi) tales como los códigos (codes), leyes (lois), decretos (décrets), etc. porque son los que contienen todo el derecho de un país y es ahí donde debemos indagar. Después de investigar el término del texto original y de haber buscado varias posibilidades en la cultura meta, hay que decidir si nos decantaremos por una equivalencia o por una traducción literal; para elegir la equivalencia debemos verificar que ambos conceptos coinciden plenamente, en caso contrario deberíamos hacer una traducción más literal.Este método se basa en sopesar qué gano y qué pierdo con la carga semántica de los vocablos que formarían el concepto en la lengua meta, por supuesto tampoco hay que excederse, sino que debemos encontrar la traducción que nos dé lo mismo que tenemos en el original: equilibrio traductológico.

Antes de continuar con las otras particularidades me gustaría destacar que cuando se traducen entre lenguas que son tan cercanas en sus orígenes, en ocasiones la traducción literal puede coincidir con la equivalente; como es el caso del Tesoro Público (cajero del Estado, y está formado por el conjunto de los recursos financieros de la administración del estado, ya sean dinero, valores o créditos obtenidos tanto en operaciones presupuestarias como extrapresupuestarias) y en francés el Trésor Public (Service financier de l’État chargé de l’exécution des opérations financières de l’État et remplissant également des activités semblables aux banques: octroi de prêts, gestion d’OPCVM, création de monnaie) sus funciones no son exactamente las mismas, pero su traducción literal coincide con la equivalencia.

Otra peculiaridad sería que el lenguaje del derecho se encuentra a medio camino entre el lenguaje natural y el lenguaje de especialidad; esto es porque en principio el derecho es un campo muy especializado y el lenguaje natural es porque trata temas cotidianos que todos conocemos pero con sus términos específicos y esta situación es la que causa no los mismo hablantes de una lengua no sean capaces de entender un texto jurídico si no son conocedores de tal ciencia, sin ir más lejos la gente de a pie no sabe diferenciar entre demanda, que pertenece al ámbito civil, y denuncia, que pertenece al ámbito penal, y se trata de términos muy básicos.

Su tercera peculiaridad hace referencia a la primera; como el derecho lo impregna todo, está subdividido en muchas ramas diferentes, cada una posee su propio sublenguaje. Esta particularidad implica que la fase de documentación no se acote sólo al principio del proceso traductor, sino que esté presente a lo largo del mismo.

La última peculiaridad está vinculada a la mencionada con anterioridad, dado que el derecho está compuesto por distintas ramas, posee sus propias peculiaridades lingüísticas, que son particulares según la vía, por ejemplo, en la vía judicial una resolución que resuelve sobre el fondo se llama sentencia (arrêt, si lo ha dictado una court; jugement si la dictado un tribunal); mientras que en el arbitraje, que pertenece a la vía administrativa, se llama laudo (sentence). Los vocablos arrêt y jugement no se diferencian del auto, es decir la court dictará un arrêt y resolverá sobre el fondo de la cuestión o no y lo mismo sucederá con los tribunal y sus jugement, con lo cual en traducción directa hay que leerse el documento al completo antes de decidir si es una auto o una sentencia, pues en español la diferencia es muy importante.

martes, 20 de julio de 2010

Breve historia de la traducción e interpretación

La historia de la traducción y de la interpretación es tan antigua, como es la historia de la humanidad, pues siempre ha habido comunidades, con costumbres propias y que a su vez eran distintas a comunidades vecinas, sin embargo debía de existir alguien que les ayudara a comunicarse para intercambiar alimentos, por ejemplo.
Milenios antes de Cristo, la actividad del mediador cultural era mayoritariamente oral, algo muy normal porque no todos tenían acceso a la educación, por tanto no todos sabían ni leer, ni escribir. Más adelante, cuando la civilización egipcia estaba en auge, contaban con una casta de traductores, al igual que en el Cartago púnico, de donde se tiene pruebas de que, ya en aquel entonces, existía una casta profesional de traductores.
Más adelante, la traducción adquiere cierta importancia en Occidente, en especial en Roma. Es en esa ciudad donde Cicerón hizo la primera gran aportación al ámbito de la mediación cultural. Fue el primero en definir dos tipos diferentes de traducción:
1.La primera hace referencia al intérprete. Esta forma de traducir exigía fidelidad
2.La segunda era el poeta u orador, quien debía traducir palabra por palabra, no obstante muchos eruditos coinciden en que Cicerón no apoyaba la traducción literaria, sino que se inclinaba más por una traducción fiel, pero con tendencia a tomarse ciertas libertades.
Este hombre fue quien inició el debate sobre si es mejor una traducción literal o una traducción libre.
Cuando el cristianismo llegó a su punto más álgido, la palabra del señor debía difundirse, así que traductores anónimos empezaron a traducir lo evangelios, pero conservando el estilo del original, en esta fase ya vemos como los traductores toman conciencia de que conservar el estilo del texto original en el texto meta es importante para mantener la esencial del escritor original, sea quien fuere.
En este preciso momento de la historia debemos hablar de San Jerónimo, nuestro patrón, pues fue el primer traductor conocido ya que, tradujo la Biblia al latín del pueblo (la Vulgata) desde el griego; pues ya habían sido traducidas del hebreo al griego por unos sabios desconocidos hasta la actualidad.
Nuestro patrón pudo cometer errores que provocaron contrasentidos por hacer una interpretación errónea, incluso para tratarse de un texto religioso, como es el caso de: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino de los cielos, pues muchos eruditos de la traducción bíblica coinciden que fue un error de traducción ya que al parecer San Jerónimo interpretó la palabra Kamelos como camello, mientras que tenía otro sentido que era el de cuerda/soga gruesa. Esto demuestra que nadie es perfecto y todos los que pretendamos hacer una traducción digna, debemos documentarnos y seguir un razonamiento cartesiano evitando los sofismas, para poder llegar a una conclusión veraz.
Antes de pasar a otra fase en la historia de la traducción, permítanme destacar que San Jerónimo fue la primera persona conocida en escribir sobre el método traductor y, no sólo rechaza la traducción literal, sino que dice que debemos traducir no palabra por palabra, sino sentido a sentido; puede que su propia filosofía traductológica fuera la horma de su propio zapata, pues como hemos comentado antes un error interpretativo cambió el sentido de todo un evangelio.
En la Edad Media la traducción goza de una importancia inmensa, ya que es gracias a esta tarea que se puede volver a la cultura clásica a la que tanto deseaban retornar, esto se consiguió con la traducción de grandes obras clásicas griegas. En España la tarea de traducción se centra en las ciudades importantes. En los siglos XII y XII castas de traductores cristianos, musulmanes y judíos trabajaban como tal en la Escuela de Traductores de Toledo, allí se realizaban traducciones en una primera época del árabe, pues eran una cultura muy avanzada en muchas ciencias, al latín y en una segunda época se empezó a traducir al castellano, gracias al impulso que el rey Alfonso X el Sabio le dio a la Escuela.
Gracias a las tareas de traducción el conocimiento de la cultura árabe pasó de España a toda Europa, sus conocimientos en agricultura y ciencia se esparcieron por todo el antiguo continente. No obstante, no sólo trasladó la cultura musulmana, sino que también la hebraica y la cristiana por supuesto, todos sabemos que España era un país católico. En esta época, coexisten dos tendencias claras de traducción: la traducción literaria para los textos religiosos y la traducción más libre para el resto de textos.
Me gustaría hacer un inciso para comentar que en los viajes colombinos, necesitaban a alguien que les ayudara a comunicarse con los indígenas, a esa persona se le llamaba alfaqueque (1. m. Hombre que, en virtud de nombramiento de autoridad competente, desempeñaba el oficio de redimir cautivos o libertar esclavos y prisioneros de guerra. 2. m. Aldeano o burgués que servía de correo.). Además, no sólo era traductor, sino que ejercía tareas de funcionariado importantes para la época.
Una vez hemos dejado atrás la Edad Media, nos encontramos ante el Renacimiento, una época de revolución para la traducción. Este hecho se debe al descubrimiento de la imprenta y al nacimiento de las lenguas vernáculas. En el periodo de la exaltación del hombre, vemos como existe un rechazo por la latinización lo cual implicó que, junto con el auge de las lenguas del pueblo, la traducción se convirtiera en una actividad de gran importancia. Tal es su envergadura, que los traductores tiene el privilegio de poder dar las explicaciones y justificaciones sobre sus opciones de traducción en los prefacios, prólogos y cartas a los lectores.
En los siglos XVII y principio XVIII se vuelve atrás y la literalidad vuelva a estar de moda y se consideraba que la traducción debía conservar el mismo número de palabras que el texto original. A finales del siglo XVIII y XIX, gracias a la expansión comercial y económica la traducción vuelve a tener un aumento de popularidad pues al ampliarse los horizontes culturales, también se amplían los culturales.
A finales del siglo XIX, se vuelve de nuevo al gusto por el literalismo y los románticos coinciden y destacan la complejidad de la tarea traductológica, dado que se deben combinar aspectos creativos, con un discurso que ya ha sido creado con anterioridad y, por tanto, podría concurrir con la figura del autor.
El siglo XX, el siglo pasado, se denomina la era de la traducción, ya que no sólo existe la traducción te textos religiosos y literarios, sino que surge la traducción de textos especializados; se empieza a traducir sobre economía, derecho, ciencia, etc. En los años cincuenta empiezan a surgir los estudios más exhaustivos de la traducción, se acercan más a la ciencia de la lingüística, se reivindica la importancia del traductor en la cultura, la importancia del proceso traductor. A finales del siglo XX, la traductología se consolida como una ciencia propia, las universidades españolas empiezan a ofertarla y tiene mucho éxito.
En el siglo XXI, la carrera de traducción e interpretación es una de las licenciaturas con mayor nota de corte, los estudiantes de esta disciplina se les considera la élite lingüística, sin embargo nadie sabe como el trabajo del traductor cada vez se desvaloriza más y todo se debe a la competencia desleal, sin embargo el intérprete sigue su propio camino a la prosperidad. Nos encontramos en una época en la las nuevas tecnologías nos ayudan a traducir, los ordenadores se ponen de nuestro lado para aumentar nuestra productividad y eficacia; no obstante las máquinas jamás podrán sustituir al traductor o intérprete porque la lengua es el vehículo del pensamiento y ese elemento es lo que nos diferencia del resto de moradores de la tierra y de máquinas, por este motivo las máquinas jamás podrán sustituir a las personas y a su sensibilidad en la traducción.